Cultivar la confianza
Con mente-presente pasamos de la reactividad a la acción, del miedo a la regulación de las expectativas. De la pasividad a la creatividad. Aprendemos a mirar y escuchar, nuestro propio ser y adquirimos una actitud de responsabilidad ante nosotros mismos

ESTAMPAS

22/10/2021 06:00 pm



Oscar Gimenez

Tal vez una de las tareas más importantes y permanentes de la experiencia humana es confiar. La esencia de la confianza está en llenar la necesidad de seguridad que tenemos desde el momento de nuestro nacimiento. Cuando tenemos confianza experimentamos un estado de estabilidad y seguridad ya sea hacia dentro (confianza en sí mismo) o hacia fuera (confianza en otros). Esta necesidad tiene el poder de estructurar la relación que tenemos con el universo.


Recuerdo que en mi tiempo de escuela secundaria mi profesor de Educación Física durante algunos ejercicios me decía indirectamente que yo no tenía confianza en mí mismo: “Tu puedes, ten más confianza en ti mismo”. Su objetivo era bueno, pero su mensaje resonaba al revés: ¡además de la dificultad del ejercicio en los aros tenía que concentrarme en mi confianza! En esas palabras escuchaba la fuerza de la expectativa de mi profesor y la posibilidad de no poder cumplirla.

Confiar es la capacidad adquirida de fiarse o tener seguridad de en sí mismo o experimentar la convicción que el devenir de la vida se desarrolla en un marco de estabilidad que es posible manejar. Aprendemos a fiarnos de nuestros padres respondiendo a la necesidad de seguridad y resguardo, y si ellos no están presentes el aprendizaje se hace más complejo. Necesitamos experimentar la sensación de estar “contenidos”, resguardados, “sentirnos sentidos” por otros. Esta es una clave para desarrollar la autonomía y la confianza en sí mismo.

Las experiencias de la exclusión y rechazo encienden las sospechas sobre la posibilidad de no encontrar la seguridad y el sistema nervioso desata el miedo. Cuando somos sometidos a juicios descalificadores probablemente buscamos la seguridad en cosas externas como poder o dinero; si hemos experimentado el rechazo y la burla es posible que evitemos el riesgo de la exposición y el miedo nos mantenga en nuestra zona de confort; cuando sentimos que las expectativas de otros (y también las propias) son inalcanzables podemos adoptar conductas de evasión como la adicción a la internet, al trabajo, al uso de substancias. Estas respuestas son frágiles y disfrazan el miedo a afrontar las situaciones tal como son.

La no-confianza activa las alarmas del miedo y dispara la reactividad como una forma de relacionarse con el contexto, con los demás y consigo mismo.

Cultivar la confianza con mente-presente consiste en conectar con la vida como una posibilidad y con la experiencia cotidiana como un refugio que protege del miedo y la reactividad. Es un entrenamiento de la mente y el corazón para reconstruir nuestra sensación de estar “contenidos”, resguardados y de “sentirnos sentidos” por nosotros mismos y por otros. Se trata de “parar y mirar”: reconocer y sostener por unos instantes lo que aparece en forma de pensamientos, sensaciones y emociones. Observarlos y desarrollar la capacidad de ser conscientes de que esta observación provee un espacio de estabilidad y equilibrio para poder decidir y actuar, en lugar de reaccionar.

Cultivar la confianza con mente-presente es volver la mirada hacia uno mismo con aceptación y compasión, con amabilidad y cariño, con reconocimiento y respeto de sí mismo.
 
Cultivar la confianza con mente-presente profundiza la conciencia de las propias capacidades y recursos personales, aumenta la capacidad de aceptación de las propias limitaciones y vulnerabilidad.
 
Al cultivar la confianza con mente-presente pasamos de la reactividad a la acción, del miedo a la regulación de las expectativas propias y ajenas. De la pasividad a la creatividad. Aprendemos a mirar y escuchar, nuestro propio ser. Así, expandimos nuestro campo de conciencia, sanamos las heridas que nos mantenían secuestrados por el miedo y el sufrimiento, y adquirimos una actitud de responsabilidad ante nosotros mismos.

Quien cree en sí mismo no trata de convencer a nadie; quien está satisfecho consigo mismo no necesita que nadie le apruebe, y quien se acepta a sí mismo es aceptado por el universo entero.
Lao Tzu

Oscar Giménez
Prof. de Mindfulness, master coach,
experto en Desarrollo Organizacional
Director en H-Connection
Instagram @oskar_coach
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