La tiranía de la positividad implacable
La agilidad emocional neutraliza esta acción. Se trata de la capacidad de estar con tus emociones con curiosidad, compasión y, especialmente, con el coraje de dar pasos conectados con valores

ESTAMPAS

10/09/2021 06:00 pm



Oscar Giménez

 
Recuerdo que hace algún tiempo enfrenté una situación que me golpeó emocionalmente. Tal vez la evidente tristeza movía a las personas cercanas a recomendarme “necesitas ser positivo”, “piensa cosas bellas”, “aléjate de lo negativo”. ¿Te ha pasado algo similar alguna vez?

No dudo de la buena intención de las personas que se acercaron a mí. Sin embargo, hay que reconocer que desde hace ya algunos años venimos escuchando que debemos adherirnos a los pensamientos positivos de forma ciega: piensa en positivo, “debes repetirte cosas positivas en la mente”. A decir verdad, las emociones no son ni buenas ni malas, son solo eso: emociones destinadas a pasar. Ver las emociones como buenas o malas termina siendo una suerte de rigidez emocional que empobrece la experiencia humana y hace un flaco favor al desarrollo de la inteligencia emocional.

La investigación de la Dra Susan David trajo a la luz el fenómeno de La tiranía de la positividad implacable que consiste en la rígida negación de lo que consideramos como no positivo. Usualmente decimos a las personas que están enfermas física o emocionalmente que deben ser positivas, como si fuera una píldora adormecedora del dolor o de la enfermedad. Sin contar que, a veces, la salud pasa por transitar aquellas emociones que se acallan. La investigación sobre la supresión emocional muestra que cuando las emociones se dejan de lado o se ignoran, se vuelven más fuertes.

El foco del tema está en la necesidad de transitar las emociones, reconociéndolas tal como son. Una falsa positividad puede encerrarnos en una burbuja fantasiosa e impedirnos desarrollar habilidades para lidiar con el mundo tal como es.
 
Las emociones son producto de nuestra interacción con el entorno, son respuestas que cada persona produce. La tristeza o la rabia, por ejemplo, no nacen de terceros, sino que cada uno detona la energía emocional desde sus aprendizajes, experiencias o sus heridas. Y en este sentido las emociones funcionan como mensajeros de lo que hemos guardado en la mochila de nuestro inconsciente. Ellas nos hablan de nosotros mismos, de las tareas que aún necesitamos completar para lograr el bienestar físico, psicológico o espiritual. Acallar las emociones difíciles o abrumadoras equivale a tapar la boca al mensajero que trae la noticia sobre el camino que necesitamos recorrer.
 
¿Cómo desmontar esta tiranía? 
Lo primero es reconocer que las emociones son datos, mensajes que nos pueden indicar caminos a seguir o acciones que faciliten la resiliencia y el progreso personal. “Las investigaciones ahora muestran que la aceptación radical de todas nuestras emociones, incluso las desordenadas y difíciles, es la piedra angular de la resiliencia, la prosperidad y de la verdadera y auténtica felicidad.” Tendríamos que pensar que no son buenas o malas, son mensajeros que el cuerpo trae y a quienes podemos preguntar: ¿para qué me estás visitando? Usualmente ellas hablan de lo que es importante para nosotros.
 
Lo segundo es reconocer que yo no soy esa emoción. Yo soy la fuente de la emoción. Por ejemplo, en lugar de decir “Yo estoy triste”, tendríamos que decir “hoy siento tristeza”. Este principio de no identificación es fundamental para poder transitarlas y fortalecer la inteligencia emocional.

La Dra. Susan David propone la agilidad emocional como una práctica para neutralizar la tiranía implacable del pensamiento positivo: se trata de “la capacidad de estar con tus emociones con curiosidad, compasión y, especialmente, con el coraje de dar pasos conectados con valores.”

Tres tips:
1. Saluda la emoción en la que estás y sus sensaciones. Obsérvala y explórala con curiosidad, como si estuviera frente a ti, puedes imaginarla con un color o una textura.
2. Relaciónate con tu emoción: pregúntale cómo surgió, qué cosas la encendieron y que está diciendo de tí mismo, cuál es su mensaje.
3. Escúchala y agradécele. Al aprender de ella, comenzarás el camino hacia el bienestar emocional.

Oscar Giménez
Prof. de Mindfulness, master coach,
experto en Desarrollo Organizacional
Director en H-Connection

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